martes, 9 de octubre de 2007

1.- LA VENTANA DEL PISO TRECE


Capítulo 1. Silencio
Un día de fecha trece, estaban los niños Pablo y Tomás haciendo sus tareas escolares, Susana la hermana mayor ayudaba. Al anochecer regresarían los padres de los tres niños, desde sus respectivos trabajos.
Hacía poco tiempo esta familia se había mudado al piso trece del edificio, la ventana de la habitación de los dos varones tiene vista hacia la montaña. Algunos familiares, los más supersticiosos, se sintieron preocupados por el número trece de la nueva dirección. Ninguno de los recién mudados, Susana, Pablo, Tomás y los padres, le atribuían alguna significación especial al número trece, para ellos no era, ni bueno, ni malo.
Ese día, los estudiantes habían estado muy concentrados en sus estudios, no percibieron el momento cuando los conocidos ruidos de la ciudad: automóviles, voces lejanas y sirenas, cambiaron; desaparecieron. Un silencio perturbador inundó la habitación; a través de la ventana, el sonido de un viento fuerte y estable entraba como una amenaza.
Quien primero reaccionó fue Susana, la hija mayor:
-¿Qué pasó? No se oye nada.
La jovencita se levantó del escritorio; sus dos pequeños hermanos la siguieron, también intrigados por el cambio de ambiente. Cuando miraron por la ventana hacia el norte de la ciudad, quedaron sin habla.
Tomás, el más pequeño de los niños dijo:
-¡No está la montaña! ¡Miren estamos en el suelo, no es un piso trece! ¿Por qué?
Nadie le contestó, un momento después, Pablo el otro varón, agregó en un murmullo:
-Cuando regresen Mamá y Papá, no lo van a creer.
Susana reaccionó, intentó abrir la puerta del cuarto y no pudo, estaba dura como si formara parte de la pared. Desconcertada y asustada, regresó junto a sus pequeños hermanos y siguió mirando.
A través de la ventana, los tres niños tenían un paisaje desconocido, inquietante. Estaban al nivel del suelo, como si el edificio se hubiera hundido en la tierra; se asomaron con mucho temor, todo lo conocido había desaparecido: edificios, avenidas, cerros; hasta el cielo había cambiado y el único sonido era el del viento. El cielo era azul pálido, sin nubes; la tierra cercana se veía plana, cubierta de verde hierba; había la luminosidad de un atardecer y azulosas montañas a lo lejos. Susana acercó una silla y con precaución salió de la habitación; el nivel del suelo exterior estaba casi al mismo de la ventana. En voz baja dijo:
-Pablo, Tomás, no salgan. Espérenme, voy a ver dónde estamos.
Avanzó, pegada a la pared, y se dispuso a rodear la construcción; un rato después regresó, dijo a punto de llorar:
-Estamos medio enterrados en el suelo de alguna parte.
La joven le había dado la vuelta a la caja donde estaban encerrados, no había puerta, la única abertura en la pared exterior era la ventana por donde ella había salido. La superficie externa de la habitación lucía como barro amasado, similar a esas viejas casas en las antiguas carreteras del país.
Susana siguió explicando, desde fuera de la ventana:
-Estamos en la parte superior de alguna cosa muy alta; alrededor hay muchos cerros, montañas y ríos; no veo casas o edificios, debemos estar muy alto por encima de una gran selva.
Susana entró por la ventana, con el corazón acelerado, miró a todos lados y dijo:
-Encendamos la luz, está oscuro aquí dentro.
Cuando las luces de la habitación encendieron, algo opacas, Susana, buena estudiante de materias científicas, reaccionó y se preguntó:
-Hay electricidad. ¿Si no hay cables afuera, por dónde llega? Por dentro la habitación parece la misma, desde fuera se ve fabricada con un material extraño. No es la misma construcción donde vivíamos.
Por sorpresa, un sonido les sobresaltó, se abrazaron unos a otros; el retumbar era tan fuerte como los producidos en las modernas salas de teatro. Un cuadro cayó de la pared, un florero se volcó y el agua se derramó sobre un gabinete. Muchos libros rodaron por el suelo. El ruido se repitió, menos estridente, y más cercano a ellos.
Entonces la tierra comenzó a temblar, al recibir el impacto de objetos muy pesados.

1 comentario:

Níyume dijo...

Querido Aristócrata , Me gusta, el título del primer capítulo y la descripción del lugar.
quiero leer más .