lunes, 28 de enero de 2008

14.- LA VENTANA DEL PISO TRECE

Se alejan y regresan a su mundo.

Capítulo 14. Invitación
Rodeados de una multitud, incluyendo a los gobernadores Mepe y Tepe, los niños estaban recibiendo una gran despedida.
Rema habló para todos:
-Han pasado dos días desde el final de la invasión de los Asoragnes, estamos reconstruyendo nuestras ciudades y los túneles y accesos hacia la superficie fueron reparados. Pronto las dos pirámides habrán recuperado su integridad y seguridad.
-Los Asoragnes se retiraron, van a sus montañas de fuego. No debemos confiarnos, no perdieron su poder, sólo fueron derrotados en esta invasión; seguirán intentando dominarnos.

-Nuestros amigos, Tomás, Pablo y Susana, deben regresar a su casa. Nosotros tres los acompañaremos hasta La Torre de la Conexión Mágica.
Rema se acercó a los tres niños y les pidió:
-Deseamos nos visiten pronto. Serán cinco minutos del tiempo en su mundo, aquí serán muchos días de emoción y alegría. Tendremos preparado un viaje por todas nuestras ciudades. Verán cosas de las cuales nos sentimos muy orgullosos: hermosas construcciones, bellos, útiles y maravillosos animales. También conocerán nuestras escuelas. Estamos seguros les encantará.

Todos aplaudieron, muchos abrazaron a cada uno de los niños. Danzando de alegría, los acompañaron hasta el trineo, el mismo donde llegaron. Salieron de la nave central y atravesaron amplias extensiones de campos nevados poblados con torres muy similares a la mayor donde habían estado.
La cúpula del techo, a una altura de varios kilómetros, simulaba un cielo azul con ráfagas de nieve.
Medpe, cubierto con su capa, comentó:
-Suspendimos la gran nevada; queremos puedan ver la ciudad en la distancia.
Susana comentó:
-Es muy grande y es bella. Son ustedes unos magos de la arquitectura.
Tomás exclamó maravillado:
-¡Mira, allí está la pirámide ascensor! Parece de oro; me va a gustar el paseo.






viernes, 18 de enero de 2008

13.- LA VENTANA DEL PISO TRECE

Capítulo 13. Contraataque
Ninguno de los niños gritó, de manera inconciente concentraron sus mentes sobre la amenaza. Como en una fotografía, los escorpiones quedaron inmóviles, algunos cayeron de lado, similares a estatuas desequilibradas. Los niños a través de la roca sólida, los veían sumergidos en una masa porosa de gelatina rosada, así veían ellos la roca pulverizada con sus átomos contraídos por el intenso frío. Tras las bestias, el túnel parecía un cilindro azul, con hormigas rojas corriendo desesperadas, eran las hordas de brujos perseguidas por una tormenta de polvo.
La vibración cesó, el Pez de las Rocas, estaba liberado.
En el mismo momento, cuando los niños descubrieron la forma de frenar los brujos y escorpiones, fueron apoyados por los habitantes de las pirámides acopladas. Las mentes en las inmensas metrópolis, se unieron en un contraataque con oleadas de frío. Después de frenar la amenaza inmediata sobre los niños y los tres gobernadores de las ciudades, se concentraron en cada uno de los túneles perforados por los invasores. La totalidad de los escorpiones fueron inutilizados. Los cuerpos de los escorpiones quedaron tiesos, congelados y sumergidos bajo toneladas polvo. Aterrorizados, los brujos retrocedían, perseguidos por una tormenta de arena helada. Ninguno quedó atrapado, el polvo los castigaba con sus ráfagas, sin cortarles la salida.
Durante más de treinta kilómetros de ascenso vertical, los brujos fueron perseguidos por la arena y el frío. Su magia servía para protegerlos de ser tapiados por rocas y otros objetos voluminosos. Nada podían contra el polvillo frío, éste se metía bajo sus máscaras y por dentro de los abrigos de piel.
Para el anochecer, la totalidad de la doble pirámide estaba limpia de invasores. Los cuerpos de los escorpiones quedaron dentro de las masas de fría escoria, rodeadas de rocas. Los sitios donde antes estuvo algún escorpión, estaban fríos y aislados. La tormenta de gélido polvo, acosó por varios días la columna de brujos a través del desierto. Sólo se detuvo, cuando llegaron a las faldas de los volcanes. Por el camino quedaron abandonadas las máscaras y armas, y se convirtieron en cenizas arrastradas por el aire.

martes, 8 de enero de 2008

12.- LA VENTANA DEL PISO TRECE

La amenaza sigue allí.

Capítulo 12. Descubrimiento
Susana, en voz muy baja, se preguntó:
-¿Por qué están más lentos?
Pablo, en un susurro, dijo:
-Tal vez tienen sueño, hambre, aburrimiento, ¿quién sabe?
Susana gritó:
-¡Frío!
Tomás repitió:
-¡Tienen frío. Tienen frío. Tienen frío!
Susana, con los ojos muy abiertos, dijo:
-Aunque fueron creados con magia, son animales de sangre fría; necesitan calor para moverse. ¡El frío los detiene!
A la mente de la niña llegó como un relámpago la imagen de Tomás cuando escarbaba en la arena.
-Los escorpiones pueden excavar y perforar la roca, si ponemos arena, como en la excavación de Tomás, la arena se derrumbará y volverá a llenar el hueco.
Pablo, con ojos brillantes, agregó:
-Arena fría, nieve, las dos cosas juntas; polvo fino, toneladas de polvo como talco y muy frío.
Los tres magos, sorprendidos por el hallazgo, no se movieron de sus sitios. Tomás comenzó a bailar de alegría.
Sin previo aviso, ocurrió un sacudón, todos gritaron y cayeron, rodaron por el suelo de la burbuja; pudieron ver, por un instante, como los escorpiones y las hordas de Asoragnes se lanzaron hacia ellos. Los aguijones derribaban grandes trozos de roca, los guerreros arrojaron sus lanzas y los jinetes sacudieron los látigos en dirección de los sorprendidos espías. La honda de magia negra los golpeaba y amenazaba con destruirlos.
El Pez de las Rocas se sacudía, intentaba retroceder, fue inútil, estaba atrapado por los hechizos y poco a poco los enemigos se acercaban.
Desde el suelo, los tres Magos de la Magiterra concentraron su energía en la defensa; sus pequeños cuerpos rebotaban contra las paredes de la burbuja; cerraron los ojos y sus frentes se cubrieron de sudor mientras mantenían los puños apretados.
Los grandes trozos de roca derribados por los escorpiones, se pulverizaron; ascendían arrastrados por una tormenta y envolvieron los cuerpos de los monstruos; el techo se hundió, convertido en una lluvia de partículas rosadas.
Los tres niños, golpeándose contra las blandas paredes, comprendieron: las rocas se estaban transformando en polvo helado y los escorpiones, con el siguiente golpe de los aguijones los alcanzarían.