lunes, 26 de noviembre de 2007

9.- LA VENTANA DEL PISO TRECE

Capítulo 9. Fantasma
Pasaron tres días de suspenso, Susana, Pablo y Tomás durmieron poco y la falta de apetito los hizo rechazar manjares extraordinarios. Los tres niños se exprimían las mentes, intentando encontrar la forma de rechazar la invasión; los brujos y escorpiones, aunque lentos, comparado con el ataque inicial, seguían avanzando, estaban cerca del techo de Rusga.
Al borde del círculo de arena, los niños hablaban y descartaban ideas una tras otra. Tomás había excavado un hoyo en la arena, cuando introdujo el brazo ésta se derrumbó y quedó atrapado, el niño rió sorprendido. Susana lo miró con fraternal sonrisa.
Otro mensajero llegó:
-Regresaron los exploradores. Los escorpiones siguen perforando con poco entusiasmo; los brujos los golpean con sus látigos de fuego y aun así no aumentan la velocidad. El avance continúa, esta noche los escorpiones comenzaran a aparecer en el techo de la ciudad y bajarán por la pared de la cúpula.
Terminó de hablar y corrió hacia la profundidad de la galería.
Susana dijo, con la mirada en las rayas rojas:
-Debo ver esos escorpiones, necesito entender su retardo. Venían a velocidad de vértigo, ahora el avance es demasiado lento, observarlos de cerca nos podría ayudar.
Miró a los pequeños magos:
-¿Cómo puedo llegar hasta ellos?
Tomás corrió y se abrazó a su cintura:
-Voy contigo, eso es muy peligroso.
Pablo, con el ceño fruncido, objetó:
-Tomás se queda, es más seguro; voy contigo Susana.
Los tres gobernadores hablaron en coro:
-Demasiado riesgo, ustedes no saben ocultar sus mentes; los Asoragnes podrían matarlos.
Continuó Rema:
-Debemos buscar una alternativa.
Susana insistió:
-No queda ninguna otra cosa por hacer. Pablo, te quedarás cuidando a Tomás; iré sola.
Miró a los tres pequeños gobernadores y agregó:
-De lo contrario, esta noche nos arrepentiremos de no haberlo intentado.
Rema levantó su mano derecha y dijo:
-Hay una posibilidad: iré con Susana dentro de un Pez de las Rocas. Algunos están sumergidos en la parte más baja de la mina. No deben asustarse, el pez es un adorador de la vida y la armonía. Pronto estará aquí.
Los tres magos se miraron durante un instante, luego asintieron en silencio. Continuó hablando Rema:
-Hemos llegado a una conclusión, debemos ir nosotros tres para ocultarlos a la percepción de los Asoragnes. Y tenemos otra recomendación: deben ustedes permanecer juntos.
Tepe continuó la explicación:
-Nuestra magia predijo muy claro: ustedes nos darán la clave para enfrentar los invasores. Forman un equipo, no deben separarse. La idea o ideas saldrán de la suma de sus pensamientos: el resultado será mayor.
Tomás exclamó:
-¡Sí, no debemos separarnos, no es bueno!
Pablo expresó su pensamiento:
-Siempre hemos estado juntos para resolver nuestras tareas, nos apoyamos mucho. Estoy de acuerdo, debemos seguir juntos.
Susana pensó un instante, con la mirada fija sobre las rayas rojas en movimiento y dijo:
-Debemos apurarnos, están cerca.
Sobre la pared de roca, al fondo de la galería, apareció un fantasma.

martes, 13 de noviembre de 2007

8.- LA VENTANA DEL PISO TRECE


Capítulo 8. Roca azabache
Los escorpiones, tan grandes como dos o tres vagones de tren, tenían largas patas y pinzas enormes, con ellas podían transportar toneladas de roca. Una larga cola, finalizada en un aguijón negro, traspasaba con facilidad las paredes de piedra. Eran miles, trabajaban sin cansancio y a una velocidad asombrosa para sus tamaños. Los seguían largas columnas de guerreros, portaban lanzas de punta negra del mismo material de los aguijones.
Ningún blindaje o roca, creado por los constructores de las pirámides, podía resistir los golpes de estos aguijones y picas. Los escorpiones retiraban las masas derrumbadas y despejaban el camino hasta la superficie.
Los jinetes de los monstruos usaban látigos, con una esfera de fuego en la punta, con ellos azuzaban las bestias en su avance contra las paredes de roca.
Los brujos usaban rojos penachos y las indumentarias imitaban el fuego de los volcanes; desde siglos atrás, los intentos de invadir la pirámide fueron infructuosos, ahora tenían la piedra negra, obtenida a través de poderosos hechizos, con ella pudieron romper las paredes de la pirámide y horadar hacia las ciudades. Cuando la arcilla mágica estuviera en su poder, crearían bestias voladoras para atacar el resto de su mundo y dominarlo.
Los Asoragnes podrían entonces llegar a La Torre de la Conexión Mágica y entrar por los pisos trece de los edificios en la tierra. Las modernas armas de guerra nada podrían contra la magia de los volcanes; toda la tecnología quedaría inutilizada, los seres humanos serían lanzados a la edad de piedra en menos de un día.
Cuando perforaron la cúpula de diamante del techo de Musga, a treinta y dos kilómetros de profundidad, los brujos invasores se cubrían con pieles de tigre de las montañas. No se detuvieron allí, horadaron el piso helado de Musga, y casi dos millones de guerreros se dedicaron a saquear la ciudad, allí esperaban el momento cuando los monstruos llegaran a Rusga, donde se encontraban Susana, Pablo y Tomás.

lunes, 12 de noviembre de 2007

7.- LA VENTANA DEL PISO TRECE


Capítulo 7. Retardo
Algo nuevo, imposible de comprender, estaba ocurriendo.
Durante largas horas, Pablo y Susana siguieron el avance de las líneas rojas; parecían hormigas atacando, progresaban transformando en roja la línea verde, la ruta vertical del ascensor pirámide y trazaban caminos dispersos como telarañas.
Los niños no podían imaginar el aspecto de las hordas invasoras, atemorizados, miraban los rápido movimiento sobre la arena. Por alguna razón, incomprensible para Susana y sus compañeros, esto cambió: en las últimas horas la velocidad se había reducido de manera progresiva, hasta casi detenerse.
Los tres gobernadores de las ciudades aventuraron varias ideas: las hordas se entretenían en el saqueo, dijo uno; el trabajo de retirar roca a través de mayores distancias dificulta el avance, dijo otro; y por último, creían los tres pequeños seres, los masivos derrumbes, ordenados por Rema, Tepe y Mepe, más un mayor endurecimiento de la roca, estaban dificultando el ataque.
Sobre ellos, en la estructura de roca, los escorpiones seguían acercándose, muy despacio, sin detenerse por completo.

sábado, 3 de noviembre de 2007

6.- LA VENTANA DEL PISO TRECE

El cuadrúpedo arrastraba el trineo a gran velocidad; corriendo, se sentía feliz.

Capítulo 6. Diamante
Al despertar, Tomás dijo:
-Tuve un sueño, no lo van a creer.
El niño miró a los lados, reconoció el sitio y los ojos se le inundaron de lágrimas. Susana y Pablo se acercaron a Tomás; lo abrazaron en silencio.
Luego del desayuno, se reunieron en una inmensa sala de altas columnas; pisos como espejos y colosales chimeneas. Se podía ver a través de amplios miradores los lejanos niveles inferiores, distinguían puentes y pasillos por donde mucha gente avanzaba.
Susana pensó:
-Están evacuando la ciudad. Aunque caminan con tranquilidad, todos van en la misma dirección, no me engaño, están huyendo.
Pablo y Tomás miraban maravillados, olvidaron por un momento la atemorizante realidad. Habían llegado a esta sala a través de otro ascensor ultra rápido, con forma de pirámide. En el piso de la estancia, un gran círculo de arenisca, amplio, como una cancha de tenis, hacía la función de pizarrón o pantalla. Tenía arena de diferentes colores, los tres pequeños magos dibujaban sin tocarla, la hacían cambiar de matices y explicaban la situación a los tres niños.
Rema hablaba y su suave voz se perdía en el recinto:
-La construcción donde estamos, insistimos en explicarla para su análisis, está formada por dos pirámides, conectadas base con base. Forman un diamante de dos puntas y ocho caras; una punta sobresale apenas un poco de la superficie del desierto, y la otra llega hasta la mina de arcilla mágica en la profundidad del subsuelo.
-La punta de la pirámide, marrón oscuro en el dibujo de arena, emerge en la superficie unos cinco kilómetros, ustedes la vieron al llegar.
-Con el primer ascensor, bajamos siguiendo la línea verde vertical, pasamos la primera ciudad, Tusga, en color rojo, ella está a diecisiete kilómetros de profundidad bajo el nivel de la superficie del desierto.
Mepe continuó la explicación:
-Al seguir bajando, pasamos la segunda ciudad Musga, en color verde. Seguimos descendiendo hasta estar debajo de la más grande, Rusga, en color azul y luego ascendimos para entrar a la misma Rusga, donde ahora nos encontramos.
Los tres niños tenían los ojos muy abiertos por el asombro. Susana puso una mano sobre el hombro de cada uno de ellos y preguntó:
-¿A qué profundidad estamos?
Fue Tepe quien respondió:
-Estamos a cuarenta kilómetros de profundidad, por debajo del nivel del desierto, y a cuarenta y cinco de distancia vertical de la plataforma, donde descendió el caballo con ustedes.
Susana no hizo más preguntas, trataba de imaginarse la enorme distancia bajo tierra; no logró relacionarlo con nada. Lo más profundo donde había estado, era un sexto sótano de estacionamiento y eso no llegaba a treinta metros.
Pensó, abrumada por la cifra:
-Cuarenta y cinco kilómetros, es mil quinientas veces más profundo, comparado con el sexto sótano de un estacionamiento de vehículos.
Tepe continuó:
-Las líneas rojas e irregulares, son cavernas invasoras, las están excavando los brujos de los volcanes con su nueva arma: escorpiones gigantes.
Los tres hermanos gritaron:
-¿Escorpiones gigantes?
Y quedaron, aterrorizados al borde del pánico, mirando a Rema:
Los ojos de Tepe se aquietaron un momento, como sí un pensamiento le hubiera asaltado, y agregó con calma:
-Nos avisan algo: en este momento, las hordas están saqueando la primera ciudad, Tusga. Por eso, en el dibujo está casi por completo en color rojo. Los habitantes de Tusga escaparon hacia Musga. Dejaron sellados, con roca sólida, los accesos a sus espaldas, o mejor dicho: sobre sus cabezas.
Susana, se dijo:
-Los invasores avanzaron diecisiete kilómetros en la roca sólida, en sólo veinticuatro horas. ¿Cómo perforan a esa velocidad? ¿Cómo sacan los escombros? Quedarían atrapados si no mantienen libre el túnel. Son miles de toneladas de roca maciza, sí quisiéramos hacer eso en nuestro mundo, se necesitaría mucha maquinaria, gente y años de trabajo.
Llegó corriendo otra pequeña dama, muy parecida a Rema, luego de saludar a los tres niños, habló:
-Los conductos de salida hacia la plataforma de escape, donde espera el caballo alado, están siendo invadidos por los escorpiones y las hordas de brujos.
No esperó respuesta, se alejó corriendo sobre el pulido piso.
La arena roja había estado trazando un camino diagonal hacia la línea verde, la ruta del ascensor, la cortó y la tiño de púrpura. El pasaje para el retorno a la superficie quedó invadido por el enemigo.
Tepe, mirando la arena, agregó:
-Como habrán visto, antes de la llegada de los informes de los observadores directos, nuestra arena mágica ha actuado. El color rojo nos avisó del avance de los invasores.
Susana, Pablo y Tomás, se situaron muy juntos entre si; la hermana mayor miraba hacia los lados como buscando una salida. Los tres temblaban de miedo.
Rema intentó calmarlos:
-Tranquilos niños, ordenamos a las rocas, alrededor del túnel verde se derrumben, estamos aislados de los invasores por kilómetros de pasajes bloqueados. Las rocas se unen muy compactas, tardarán horas perforando y apartando esas piedras. Seguimos ganando tiempo.
-Hay muchas ciudades pequeñas, ocultas y aisladas, dentro de la estructura. Desde allí dirigimos nuestras defensas. Tenemos un contingente de observadores directos, en túneles tan pequeños como nuestros cuerpos, infiltrados muy cerca de las líneas invasoras. Esas galerías se cierran tras ellos, si deben huir.
Tomás, muy asustado, dijo:
-Ustedes pueden darle órdenes a las rocas, arrójenlas sobre los escorpiones.
Rema explicó:
-Lo hicimos Tomás, los escorpiones son muy fuertes y resisten toneladas de roca sobre ellos.
Susana gritó:
-¡Si en poco más de veinticuatro horas han descendido diecisiete kilómetros horadando roca sólida, entonces, entonces!
Hizo una pausa, mientras miraba el enorme dibujo en la arena y agregó:
-¡Esos escorpiones llegaran aquí en menos de tres días!
Rema tomó una mano de Susana y la guió a un flotante vehículo con forma de bote. Desde allí, a unos dos metros de altura, se podía apreciar todo el círculo de arena.
Susana vio avanzar las líneas rojas, como una maraña en movimiento, hacia los niveles inferiores. El rombo o diamante, representaba la estructura de unos setenta kilómetros de alto y ochenta de ancho. Su aspecto de joya, en el gráfico de vivos colores en la arena, no evidenciaba por completo la difícil situación.
Tomás jugaba con la arena al borde del gran círculo, había buscado tranquilidad con el juego. Pablo, Mepe y Tepe, subieron al mirador, desde allí miraban los rápidos cambios de color en las partículas arenosas.