jueves, 31 de mayo de 2007

3.-VIAJE AL INTERIOR DE EL ÁVILA


Capítulo 3
El gigante dijo:
-Disculpa por los puntos morados, me salen cuando estoy asustado; poco a poco se me quitarán. Mi nombre es Oc y es la primera vez que salgo a la montaña El Ávila. Vivo en la ciudad de la gran caverna, es muy bonita.
Al principio Oc habló muy rápido, luego se fue calmando y continuó.
-Te invito a conocer mi casa y mi familia. ¿Cómo te llamas?
Juan contestó y le ofreció una de sus galletas, después dijo:
-Muy bien Oc, tengo tiempo, hoy es domingo; mis padres y yo vinimos a pasear, ellos están más adelante, luego los alcanzo. ¿Es cerca tu casa?
-No mucho Juan, iremos lo más rápido posible.
Juan sacó una galleta y se la ofreció a Oc.
Oc puso una de sus manos en el suelo para que Juan subiera y juntos saltaron al hueco en la tierra, un momento después no había ninguna huella en la superficie. Sonando como gelatina en movimiento, el gran agujero se selló. Juan y el gigante habían desaparecido de la superficie.

lunes, 28 de mayo de 2007

2.- VIAJE AL INTERIOR DE EL AVILA


Capítulo 2
Salió un gigante con orejas moradas que parecían esponjas; tenía dientes como de conejo. Estaba muy nervioso y sobre su cuerpo color naranja, unos puntos morados comenzaron a crecer.

sábado, 26 de mayo de 2007

1.- VIAJE AL INTERIOR DE EL AVILA


Capítulo 1
Juan caminaba por un sendero en la montaña de El Ávila. Oyó un ruido como de sopa espesa en movimiento y en el suelo se formó un promontorio por el que salió algo como una raíz retorcida de color naranja. La tierra se abrió.

viernes, 18 de mayo de 2007

PREOCUPACION EN EL ARROYO


-¡Son gigantes!
La princesa está espantada; su padre, el cacique de una de las tribus de Duendes Pequeños, dice en voz baja:
-Silencio, pueden descubrirnos. Debemos alejarnos más profundo en la montaña.
Sin apartar la vista del grupo de excursionistas que acampaban, ella siguió preguntando:
-¿Qué son estas cosas que dejan?
-Es su basura. Tenemos que irnos.
-¿Pero porqué. Tal vez se lleven todo.
-No lo harán, perdónalos, no saben lo que hacen.

jueves, 17 de mayo de 2007

DUENDES PEQUEÑOS


Son muy pequeños, apenas más grandes que un ratón, les dicen Duendes Pequeños; a ellos no les gusta, insisten en que su verdadero nombre es Kendes, que significa Gente Feliz.
Cuando se quedan inmóviles entre la hierba a la orilla de los riachuelos y quebradas que hay en la montaña de El Ávila, podemos confundirlos con diminutos y perfectos juguetes. Estos seres mágicos evitan ser vistos por las personas que pasean en los senderos, es casi imposible encontrarlos si ellos se proponen mantenerse ocultos.
Una pequeña duende juega con su muñeca de madera, mientras su mamá la baña. La madre está triste y algo molesta porque han dejado basura en el agua cristalina del riachuelo; piensa en no volver por este lado de la montaña.
Si los Duendes Pequeños se alejan de algún bosque, también se van los animales que allí viven: pájaros, ardillas, monos, mariposas, todos se van. El lugar va quedando solo y silencioso, muchas plantas de flores se marchitan y aparecen otras criaturas que viven en el agua estancada y los sitios oscuros.
Al caminar en completa paz, por cualquiera de los senderos que cruzan El Ávila, podremos oír como si los pájaros estuvieran riendo, son ellos, los Duendes Pequeños.

martes, 15 de mayo de 2007

BODA DE DUENDES EN EL AVILA


Los recién casados bajan por la vieja escalera de piedra. Tan antigua es, que los escalones han perdido el perfil, desgastados por la lluvia y el viento.
Los duendes tienen muy largas vidas, su infancia es de siglos; hoy se casaron dos de ellos, ambos nacidos en esta montaña. Ella es hija de duendes venidos del otro lado del mar y él viene de familias de los llanos y de la cordillera cubierta de nieve.
Llegaron de todas partes del mundo. Muchos son de los que salen en la oscuridad de junglas, mares y desiertos; algunos de aspecto temible, la curiosidad y la tradición los trajo, vinieron volando, nadando, avanzando dentro de la tierra o simplemente aparecieron con un sonido seco como un trueno. Los que no salen a la luz del sol, miran desde lo profundo de la espesura.
Ningún ser humano puede llegar hasta allí, los senderos se cerraron, los árboles se apretaron unos con otros, las hojas de las plantas se movieron para tapar la luz del sol hasta en los caminitos más pequeños.
Los duendes trajeron sus mejores prendas y joyas; se ve un viejo soldado conquistador con su armadura, grandes ogros con trajes de cuero, brujas de largas togas y aquellos que sólo usan sombrero, se lo colocaron lo mas derecho posible. Sus voces suenan de mil maneras: como pájaros, campanas, truenos, silbidos, lluvia, rugidos, chillidos, crujidos y algunas pocas parecen humanas.
La fiesta durará siete días con sus noches; las personas en el valle de Caracas y en la costa del mar Caribe, creerán que la montaña está cubierta por la niebla. Aquellos que estén cerca, perderán las ganas de pasear por el bosque.
El Ávila es la sala de fiesta de los más antiguos duendes del mundo; por siete días, ni uno más.

viernes, 11 de mayo de 2007

DUENDES EN LA CASCADA DE EL AVILA



Los turistas se divierten en una de las tantas cascadas de El Ávila.
Se bañan, ríen, cantan y por un momento a alguno de ellos, el sonido de la caída del agua le parece como una banda de tambores; un instante después se distrae y olvida. Cuando el último de los visitantes se va, no queda ningún ser humano que pueda oír el movimiento del agua. Sin ruido, sigue cayendo.
Al comenzar el silencio, salen a la superficie muchas cabecitas, son los duendes de las cascadas y de los arroyos. Aunque todavía son niños, tienen muchos años.
Algunos nacieron en esta misma montaña, otros vienen de la cordillera de la costa, de los llanos, de la selva, de los Andes. Varios son procedentes de más allá de los mares, llegaron aquí siguiendo los grupos humanos que vinieron para quedarse en el valle de Caracas.
Cerca de la orilla está una niña, en sus ojos asoma su larga vida. Ha visto muchos amaneceres en ríos muy lejanos al otro lado del mar.
La pequeña pasa su mano sobre el tambor que la acompaña. Entonces nace el verdadero sonido de la cascada, el sonido que pocas personas logran oír dentro de la turbulencia del agua.
Cuando los oídos humanos están ausentes, los duendes de El Ávila mantienen vivo el bosque con el vibrar de sus tambores. El verdadero sonido de la vida domina el ambiente.
Son muy raras las almas que alguna vez, en la tranquilidad de esta montaña mágica, han podido percibir la música maravillosa.
Los que la han oído, cambiaron para siempre.
Son felices.