domingo, 28 de octubre de 2007

1 al 5.- SINOPSIS: LA VENTANA DEL PISO TRECE


Un día de fecha trece, en el piso trece de un edificio de apartamentos, tres niños, Susana, Pablo y Tomás estudiaban. De súbito, el silencio inundó la habitación; a través de la ventana, el sonido del viento entró como una amenaza. Susana, la mayor dijo:
-¡No está la montaña!
Un paisaje desconocido se veía por la ventana. Estaban al nivel del suelo, como si el edificio se hubiera hundido en la tierra. Luego de intensos momentos de terror, Susana salió por la venta, exploró y al regresar, contó a sus pequeños hermanos:
-Estamos sobre alguna cosa muy alta; alrededor hay una selva, no veo casas o edificios.
Apareció un animal fantástico, enorme y amenazador, los niños por razones inexplicables, se vieron obligados a partir montados sobre él.
La escalofriante experiencia de un vuelo sobre un paisaje de locura, finalizó sobre una pirámide de cinco kilómetros de altura. Allí, Susana, Pablo y Tomás, encontraron esperándolos, en la parte superior de la superestructura, varios sorprendentes personajes.
-¡Susana, Pablo, Tomás! ¡Vengan! ¡Vengan! Los enemigos vienen.
A través de un asombroso ascensor, descendieron decenas de kilómetros bajo tierra. Al abrirse la puerta del transporte, se encontraron con otro paisaje de pesadilla. Los extraños seres los condujeron a un sitio, donde, luego de un largo período de incertidumbre, les contaron una historia aterradora y detalles del lugar donde estaban:
-Estamos dentro de una superestructura en forma de diamante, dos pirámides gigantes unidas base con base; bajo esta construcción hay una mina de un material mágico.
Luego de más detalles, continuaron:
-Llegamos a la ciudad más grande y alejada de la superficie.
-Desde hace muchos siglos, los Asoragnes, han querido apoderarse de la mina. Ahora tiene un arma mágica apocalíptica, vienen a romper las paredes de nuestra pirámide e invadirnos.
A pesar del miedo, los intrigó la petición de los habitantes de la superpirámide:
-Ustedes nos servirán para derrotar a los enemigos de la armonía y la vida.
¿Porqué ellos? ¿Cuál será la decisión de los niños, sí pueden tomarla? ¿Cómo es el arma mágica de los invasores? ¿Cómo son los Asoragnes?

jueves, 18 de octubre de 2007

4 y 5.- LA VENTANA DEL PISO TRECE



Capítulo 4. Profundidad
Desde la puerta, los tres pequeños extraños hacían señas desesperadas; parecían estar advirtiendo de un peligro inminente. Desconcertados al oír ser llamados por sus nombres, Susana, Pablo y Tomás miraron los ojos del caballo alado, lo vieron calmado, sintieron confianza y decidieron correr hacia los recién llegados.
Siguieron a los tres minúsculos seres al interior de la pequeña pirámide; ellos, sin hablar, los ayudaron a toda prisa a sentarse en unos sillones individuales con gruesos cinturones de seguridad. La puerta se cerró con suavidad, y se sintieron descender como en una vertiginosa montaña rusa.
Los niños emitieron un grito ahogado y Susana los tomó de las manos. La joven pensaba, intentando comprender la situación:
-Estamos casi flotando sobre nuestras sillas, caemos a una velocidad increíble; ¿Nos esperaban? Sabían nuestros nombres. No son niños, son adultos muy pequeños.
Largo rato después, el exótico elevador frenó su caída de manera progresiva; casi de inmediato, al detenerse, aceleró en sentido horizontal. Los niños gritaron otra vez; varias veces más se detuvo, se desplazó como un tren y bajó en línea vertical; parecía estar siguiendo gigantescos escalones. Al final, para sorpresa de los tres hermanos, ascendió y se sintieron aplastados contra los asientos.
A pesar de los sustos del trayecto, Susana, Pablo y Tomás, observaban a los tres seres. Ellos habían permanecido cruzando miradas entre sí, calmados, como si estuvieran oyendo una agradable sinfonía. Sentados en minúsculas sillas, con anchos cinturones de seguridad, eran muy similares a pequeños maniquíes; lo flexible de las caras, el color rojizo de las pieles, el pelo, ojos, boca y otros detalles, demostraban lo contrario. Sus curiosas ropas, eran parecidas a uniformes: trajes verdes de una sola pieza; uno de ellos, de sexo femenino, tenía largo pelo y pequeños zarcillos rojos.
La diminuta joven los miró y sonrió:
-Disculpen, estábamos muy concentrados, no hablamos con ustedes. Tengan paciencia, pronto llegaremos a nuestro destino.
La voz había sonado calmada, como la de una niña algo mayor.
Segundos después se detuvieron y se abrió la puerta. Los tres niños quedaron confundidos ante la vista exterior; era un sorprendente espectáculo: no había paisaje. Parecía ser de día y una tormenta de nieve apenas permitía algo de visibilidad.
Los cinturones de seguridad se soltaron de manera automática; Susana y sus dos hermanos miraban hacia fuera, luego entre sí.
Los tres pequeños uniformados hablaron casi al mismo tiempo:
-Disculpen, les debimos avisar. Todo ha venido ocurriendo demasiado rápido y no estamos acostumbrados a tanto ajetreo. Por favor, sigan nuestras instrucciones, pronto tendrán todas las explicaciones.
Se abrió una pequeña puerta corrediza; dentro de un cubículo, muchas capas y abrigos de variados tamaños relucían. Una capa de color rojo, para Susana, y dos de color naranja para Pablo y Tomás, les quedaron perfectas. Los menudos seres, vistieron capas de la misma combinación; roja para la dama y naranja para los dos pequeños caballeros.
Uno de los hombrecitos dijo:
–Estas capas con capuchas, más estas botas sobre los zapatos, los protegerán. Confíen en nosotros, estamos llegando; estaremos seguros.
La dama continuó:
-Iremos en trineo.
Salieron al exterior, una fuerte nevada los arropó. Mientras caminaban por un sendero de piedra, abierto entre la nieve, los tres niños miraban asombrados a su alrededor. El cielo estaba cubierto de niebla tormentosa y nada conocido podían distinguir. Las ropas se calentaron; con la tibieza, los niños sintieron disminuir el miedo.
A pocos pasos abordaron un trineo; cerrado y con ventanas transparentes, el vehículo era arrastrado por un animal, parecido a un camello muy peludo con anchas patas; nubes de vapor salían por sus orificios nasales. El amarillento cuadrúpedo arrastraba a gran velocidad el trineo con sus seis ocupantes; corriendo se veía feliz.
Durante largo rato rodearon altas dunas de nieve, nadie habló en el trayecto; los niños iban tomados de la mano, mirando por las ventanas desde los pequeños asientos; descendieron una colina y se detuvieron frente a una gran estructura. La parte superior del edificio, quedaba oculta por los remolinos de la tormenta. Parecía una catedral de rojizo vidrio; el trineo penetró en la nave principal, se detuvo frente a la entrada de otra galería más pequeña y todos los ocupantes bajaron.
Al salir del vehículo, los tres niños sintieron una temperatura agradable en el aire. Se retiraron las capuchas para ver mejor y después de un corto trayecto, llegaron a una magnífica sala lateral con mesas y sillas. El techo estaba a una altura descomunal, a pesar de ser bajo comparado con las galerías recorridas antes.
Susana seguía observando:
-El edificio debe tener más de cincuenta pisos de altura, y esta sala tiene un techo a más de diez metros por encima de nuestras cabezas. ¿Quiénes construirían esto?
Luego de quitarse las indumentarias de protección, los seis se sentaron alrededor de una mesa, baja y lustrosa como porcelana. Había sillas de variados tamaños, preparadas para cada uno de ellos y sobre la mesa, platos de humeante sopa.
Desde lejos, al pasar, mucha gente pequeña los miraba. Se veían ocupados dirigiéndose a lejanos sitios, les sonreían con familiaridad, desconcertando aún más a los niños; algunos les agitaban las manos a manera de saludo, ellos sonreían y saludaban imitando el gesto, con poca emoción. Todos tenían el uniforme verde brillante; las damas lucían pelo largo y zarcillos de diferentes colores.
Casi en coro, los pequeños seres sentados a la mesa, dijeron:
-Tienen muchas horas sin comer ni beber, deben recuperar fuerzas y entonces los pondremos al tanto de todo.
Con la sopa, el pan y la bebida caliente, los niños se sintieron renacer; el sabor de la comida era más agradable, si lo comparaban con los similares de su casa. Al finalizar, quedaron descansados y muy despiertos, hasta el miedo a lo desconocido se atenuó.
Tomás el menor, preguntó:
-¿Quiénes son ustedes? ¿Quién nos persigue?
Los tres diminutos uniformados se miraron entre sí y por silencioso acuerdo, habló la dama:
-Me llamo Rema y mis compañeros son Mepe y Tepe, somos los gobernadores de las tres mayores ciudades dentro de nuestra comunidad. Este es en un mundo mágico, desde el suyo se puede venir al nuestro por la ventana de un piso trece, cuando lo facilitamos.
Rema guardó silencio y Mepe continuó:
-Estamos en las afueras de una de las ciudades, la más grande y la más alejada de la superficie. El clima lo elegimos así, las otras urbes están a niveles diferentes, más arriba.
Tepe tomó la palabra:
-En nombre de todos nuestros pueblos, queremos darle las gracias por venir hasta aquí. Hicimos la conexión mágica con su piso trece el día trece, de acuerdo a las más antiguas tradiciones de nuestra magia. Ustedes podrían haberse negado no saliendo por la ventana; nos alegramos mucho por su decisión.
Los tres jovencitos oyeron con mucha atención, no se atrevieron a distraer a los interlocutores, deseaban saber mucho más.
Rema, realizando con el dedo una figura romboidal imaginaria sobre la mesa, explicó:
-Estamos dentro de una estructura en forma de diamante, dos pirámides gigantes unidas base con base; bajo esta construcción, existe la única mina de arcilla mágica de este mundo. El caballo gigante está hecho de ese material, lo llamamos Magiterra; con ella construimos casi todo a nuestro alrededor, incluyendo éstas pirámides.
-Desde hace muchos siglos, los brujos de los volcanes, Los Asoragnes, han querido apoderarse de la mina; nunca han podido entrar en la pirámide; aunque hemos tenido muchos ataques, siempre fracasaron.
Siguió Mepe:
-Tiempo atrás, los brujos de los volcanes crearon nuevas armas; nuestra magia nos avisó, aún no conocemos cómo es la nueva amenaza. Si logran entrar las hordas invasoras, destruirán las ciudades, nos esclavizarán y se apoderaran de la mina de arcilla mágica.
Tepe agregó:
-Esta vez sí están preparados para romper las paredes de nuestra pirámide, lo suponemos. Niños, nosotros no somos guerreros, somos artistas, arquitectos, sólo creamos cosas bellas. No se nos ocurre ningún arma; no sabemos, ni queremos, construir soldados o feroces bestias.
Rema tomó la palabra:
-Tomás, Pablo, Susana, tienen ustedes unas mentes privilegiadas; a pesar de ser tan jóvenes se han dedicado a sus estudios con fuerza y disciplina. Ustedes, según las predicciones de nuestra magia, nos darán la clave para derrotar a los enemigos de la armonía y la vida.

Capítulo 5. Mensajes
Un largo silencio se apoderó del comedor, los niños estaban cada vez más confusos. Sintieron como una pesadilla todo lo ocurrido, desde el momento cuando el edificio y la ciudad donde vivían desaparecieron, y se encontraron sobre una alta torre de piedra, frente a un caballo gigante.
Pablo habló con voz muy baja:
-Nosotros queremos regresar a nuestro apartamento, tampoco sabemos nada de guerras y armas. Somos estudiantes, yo deseo ser médico, Tomás quiere ser abogado y Susana ingeniero. Nuestras herramientas son estudiar y estudiar, para lograr nuestro objetivo y el de nuestros padres.
Susana puso una mano en el hombro de Pablo y abrazó a Tomás. Los tres se sentían indefensos. La muchacha agregó:
-Como dice mi hermano Pablo, no podemos hacer nada. No tenemos experiencia con la violencia, y escogimos estudiar carreras constructivas. Nuestra familia debe estar muy preocupada.
Rema se acercó, desde la misma estatura de Tomás, puso sus dos pequeñas manos sobre el brazo de Susana, y dijo:
-Esa es parte de la clave: estudiar y estudiar la situación; algo se les ocurrirá. No les pedimos otra cosa, no piensen en destruir, piensen cómo construir una solución. Ustedes nos salvarán y a su mundo también, lo dijo nuestra magia.
Rema hizo una pausa y continuó:
Las hordas enemigas están muy cerca. Este es un mundo mágico, el tiempo aquí corre en un sentido perpendicular al suyo, no en paralelo. Es como la sombra de una vara muy alta, cuando el sol está al mediodía: la vara es muy larga, la sombra muy corta. El tiempo de aquí es la vara y el tiempo en su mundo es la sombra.
-Si una hormiga sube varios metros por la vara, su sombra apenas se habrá movido unos milímetros en el suelo, sobre la sombra de la vara. Mientras aquí pueden pasar muchos días, en su mundo apenas pasan algunos minutos. Para este momento, ha transcurrido un día desde cuando llegaron a la torre, en su apartamento apenas han transcurrido unos treinta segundos.
Rema suspiró, apretó con sus pequeñas manos el brazo de Susana y continuó:
-Si los Asoragnes logran su objetivo de poseer la arcilla mágica, será el caos de nuestros mundos. Construirán bestias voladoras y se apoderarán de La Torre de la Conexión Mágica, donde nuestro caballo los recogió. En el mismo momento, penetrarán por todos los pisos trece de su mundo. Ustedes no tienen ni armas, ni magia adecuada para superarlos. Serán dominados y esclavizados, al igual nosotros.
Entró una mensajera y habló de manera pausada:
-Tal como ordenaste, los mensajes te son entregados de manera verbal. Este es el mensaje: llegaron los invasores a la base de la pirámide exterior, están perforando la pared, a nivel de la superficie del desierto; todavía no sabemos como lo hacen, es la nueva arma. Dentro de sus túneles, comenzamos a producir derrumbes de rocas.
La mensajera se despidió y corrió, salió por una puerta aparecida antes de tocar la pared con su cuerpo.
Rema agregó:
-Pedí me entregaran los mensajes hablando y en su idioma; nada les ocultaremos
Viendo las asustadas caras, sonriendo dijo:
-Aquí estamos seguros, por ahora. No se preocupen por el tiempo en su mundo; de aquí a mañana, apenas será más de un minuto. Ahora deben dormir y descansar. Necesitamos sus mentes muy claras para el amanecer, cuando les daremos mucha más información. Les gustarán sus habitaciones.
Fueron trasladados a sus residencias, en el mismo nivel del edificio. Cómodas duchas, cepillos dentales, servicio de lavado y planchado, pijamas, amplias camas. Nada faltó, todo estuvo previsto; un hotel de cinco estrellas en un mundo mágico.
Desde sus respectivas camas, los somnolientos niños continuaron el diálogo.
Pablo dijo:
-Son personas extrañas, al final terminé por creerles. ¿Qué crees de esto Susana?
La joven pensó un momento y luego, despacio, contestó:
-Siento confianza en ellos. Pero no veo sí podemos hacer algo, no se me ocurre nada. Esto es una guerra y nunca leí sobre ese tema. Esperan demasiado de nosotros.
Casi dormido, el pequeño Tomás habló:
-Susana, mañana se te ocurrirá algo, siempre te pasa igual con tus tareas de la escuela.
Pablo cerró los ojos y Susana, antes de abandonarse al sueño, dijo:
-Tomás confía por completo en mi capacidad, quisiera sentir lo mismo.

lunes, 15 de octubre de 2007

INVITACION



Estimados amigos, los invito a leer en mi otro blog, el cuento:

LUZ.


Esta es una sinopsis.

Capítulos 1 al 27

La pequeña Luz fue salvada en brazos de sus abuelos, hasta ahora nada se sabe de la suerte de sus padres, quienes quedaron combatiendo un enemigo cruel y despiadado la terrible noche de la tragedia.

Después de una desesperada carrera, perseguidos por el enemigo, los abuelos se refugiaron en un viejo cuartel al borde de la selva; allí tuvieron un terrible encuentro con Garras Prometeo, un temible ser y con un hombre misterioso.
En una sorprendente habitación, el hombre misterioso recuerda tiempos pretéritos, muchas cosas en lugar de aclararse se oscurecieron aún más. El temible ser, acompañante del hombre misterioso, tiene un pasado turbio y sangriento.
En el lejano pasado, hubo un terrible combate entre Garras Prometeo y el abominable líder de las fuerzas enemigas, perseguidoras de Luz y sus abuelos.
Un salvaje romance, con una exótica guerrera, se desarrolla en el paisaje tropical.
El tiempo pasó, la joven Luz fue preparada para una desconocida misión por dos maestros asombrosos. Debe ir sola e internarse en un país plagado de bestias, un clima impredecible y enemigos poderosos.
¿Cuál es la misión? ¿Quiénes son los enemigos? ¿Viven aún los padres de Luz, después de tanto tiempo?

sábado, 13 de octubre de 2007

3.- LA VENTANA DEL PISO TRECE



Capítulo 3. Destino misterioso
Transcurrió un largo tiempo de viaje, aparecieron en el horizonte unas irregularidades, de muchas de ellas ascendían columnas de humo. Cuando estuvieron más cerca, distinguieron cadenas de montañas volcánicas; ceniza en inmensos remolinos ascendía hacia el rojo cielo. La tierra era menos amarilla al pie de las cordilleras, tornándose rojiza con vetas negras.
La Temperatura del aire siguió fría; sin embargo, la protección contra el viento ofrecida por la erguida cabeza del caballo, más la tibieza del cuerpo, mantenía cómodos a los tres niños; aunque siguieron asustados.
Al frente se destacó una montaña, se veía tres o cuatro veces más alta comparada con el resto. Cuando estuvieron cerca, pudieron observar mejor, no era una formación natural; estaban frente a una construcción impresionante, nunca vista por algún ser humano: una artificial súper estructura en forma de pirámide asentada en el medio de una gran extensión alejada de la cordillera.
Susana gritó para hacerse oír contra el rugir del viento:
-Esa pirámide debe tener cerca de cinco kilómetros de altura. Vean como sobresale por encima de las nubes, deja insignificantes los volcanes cercanos.
Pablo agregó:
-El caballo nos lleva en esa dirección.
Tomás, abrazado a su hermana mayor, dijo:
-Da miedo mirarla.
Largo rato después pudieron ver detalles de la titánica construcción, era similar a una pirámide, con un profundo canal vertical en cada una de las cuatro caras. Tenía la forma de cinco construcciones piramidales muy juntas, apuntando hacia el cielo. Las cinco puntas estaban truncadas, siendo la del centro la más alta.
Había en la cúspide, cinco plataformas de amarillo brillante, con aspecto de roca pulida. Nubes de color chocolate, cubrían la parte superior de la pirámide. Para los niños, era visible en casi toda su extensión.
El caballo alado, después de girar varias veces, descendió en la plataforma central, ésta tenía el tamaño de un gran aeropuerto; el corcel se veía como un insecto sobre una hoja de papel amarillo.
Apenas los niños bajaron por el ala del caballo, escucharon un colosal sonido deslizante; en el centro de la gran plataforma, se abrió una compuerta y por el hueco emergió otra pirámide. Tan grande como un edificio mediano, tenía aspecto arcilloso y una superficie muy pulida. Una alta puerta triangular, la silueta de otra pirámide, se abrió en una de sus caras. Susana en silencio, evaluó la edificación:
-Es tan grande como un edificio de cuatro pisos, subió como si no tuviera peso; una gran fuerza la hizo ascender con muy poco ruido.
A través de la puerta salieron tres pequeñas figuras, Tomás, el más pequeño de los niños, podría mirarlos de frente a los ojos; su aspecto de muñecos de arcilla era desconcertante. Desde la distancia, uno de los extraños gritó con voz clara y bien pronunciada:
-“¡Susana, Pablo, Tomás! ¡Vengan! ¡Vengan! Debemos apurarnos, los enemigos vienen hacia aquí”

martes, 9 de octubre de 2007

2.- LA VENTANA DEL PISO TRECE

Capítulo 2. Imposible de creer
Los tres niños estaban paralizados; el espectáculo a través de la ventana era de pesadilla. Un caballo gigantesco se erguía a pocos metros de la habitación, tenía el aspecto de estar moldeado en arcilla roja y lucía alas de amarillo transparente como el cristal. El animal se movía con soltura y sus ojos de vidrio los miraban con insistencia; parecía esperar algo.
Tomás, el más pequeño, dijo:
-¿Qué quiere?
Pablo abrazó a su hermano y aventuró:
-Nos llama, mira como retrocede y levanta la cabeza. No es agresivo, está un poco asustado.
Susana intentaba llamar por teléfono, fue inútil, entonces dijo:
-¡No salgan! Esperemos aquí dentro, ese caballo es muy grande; podría ser peligroso
Preocupada miró a su alrededor y pensó:
-Se está haciendo oscuro aquí dentro. La luz eléctrica está fallando..
Tomás observó:
-Desea ayudarnos. Si quisiera hacernos daño, podría aplastar nuestro cuarto, tiene cascos muy grandes.
Susana y Pablo se sintieron inseguros en la habitación, estaba muy oscura y fría. Sin hablar, luego de mirarse un momento, comenzaron a emerger por la ventana, transportando a su pequeño hermano Tomás.
Una vez fuera quedaron convencidos de la intención del caballo: los esperaba. La grama estaba hundida por los colosales cascos, los tres niños podrían caber en sólo una de las huellas; dieron cortos pasos hacia el corcel, éste bajó la cabeza y se arrodilló en las patas delanteras, luego extendió una de sus formidables alas de vidrio, hasta tocar el suelo; los niños entendieron la invitación a usarla como escalera hasta su lomo.
Subieron despacio, sin quitar la vista sobre los ojos del caballo, el cual seguía mirándolos con tranquilidad. Al sentarse en el amplio lomo, sintieron la tibieza del gran cuerpo, como si hubiera salido hace poco del horno de un alfarero. Los movimientos del animal no agrietaban su piel, la especie de rojiza cerámica era muy flexible. El grueso pelo y crines, respondían al tacto casi como reales; pero no engañaban, el material era algo muy parecido a la arcilla horneada.
Apenas se sentaron, el caballo extendió las alas y despegó del suelo; flotó, como un globo de feria. Sin ningún esfuerzo, con apenas un fácil movimiento, ganó altura y dio un completo giro alrededor del sitio donde quedó el cuarto de los niños. Desde lo alto, pudieron ver detalles de la enigmática torre, la cual, con aspecto de cilindro perfecto, de dorada roca, se erguía muy por encima de de la selva.
Susana, acostumbrada a hacer cálculos mentales, dedujo:
-No parece natural, debe tener más de quinientos metros de altura. Es demasiado simétrica y lisa, se podría confundir con un rascacielos.
Fue ahora cuando repararon en el sol, más bien una luna gigantesca y borrosa. Su color se confundía con el cielo.
Susana miró hacia atrás, la torre dónde yacía la habitación, parecía una larga estaca amarilla, clavada en una planicie de selvas y sinuosos ríos. Los lejanos cerros, estaban azulosos por la distancia; al lado opuesto del horizonte, un paisaje los asombró por lo diferente en aspecto: era un pedregoso e infinito desierto. El corcel volador y los niños, parecían estar en la frontera entre dos geografías sin relación. El caballo, luego de completar un amplio giro, voló hacia el desierto.
Volaban muy rápido, adentrándose sobre la plana inmensidad; la cabeza del animal los protegía de la fuerza del viento. Cada vez estaban más arriba y continuaban ascendiendo; los detalles del terreno en el desierto eran menos visibles. Susana se dijo:
-Esto parece un avión; estamos a kilómetros de altura. Es extraño, la atmósfera aún tiene mucho oxígeno, no sentimos falta de respiración ni el corazón acelerado. El caballo se mueve casi sin mover las alas y no tenemos sacudones de aletazos, sin cinturones de seguridad nos caeríamos.

1.- LA VENTANA DEL PISO TRECE


Capítulo 1. Silencio
Un día de fecha trece, estaban los niños Pablo y Tomás haciendo sus tareas escolares, Susana la hermana mayor ayudaba. Al anochecer regresarían los padres de los tres niños, desde sus respectivos trabajos.
Hacía poco tiempo esta familia se había mudado al piso trece del edificio, la ventana de la habitación de los dos varones tiene vista hacia la montaña. Algunos familiares, los más supersticiosos, se sintieron preocupados por el número trece de la nueva dirección. Ninguno de los recién mudados, Susana, Pablo, Tomás y los padres, le atribuían alguna significación especial al número trece, para ellos no era, ni bueno, ni malo.
Ese día, los estudiantes habían estado muy concentrados en sus estudios, no percibieron el momento cuando los conocidos ruidos de la ciudad: automóviles, voces lejanas y sirenas, cambiaron; desaparecieron. Un silencio perturbador inundó la habitación; a través de la ventana, el sonido de un viento fuerte y estable entraba como una amenaza.
Quien primero reaccionó fue Susana, la hija mayor:
-¿Qué pasó? No se oye nada.
La jovencita se levantó del escritorio; sus dos pequeños hermanos la siguieron, también intrigados por el cambio de ambiente. Cuando miraron por la ventana hacia el norte de la ciudad, quedaron sin habla.
Tomás, el más pequeño de los niños dijo:
-¡No está la montaña! ¡Miren estamos en el suelo, no es un piso trece! ¿Por qué?
Nadie le contestó, un momento después, Pablo el otro varón, agregó en un murmullo:
-Cuando regresen Mamá y Papá, no lo van a creer.
Susana reaccionó, intentó abrir la puerta del cuarto y no pudo, estaba dura como si formara parte de la pared. Desconcertada y asustada, regresó junto a sus pequeños hermanos y siguió mirando.
A través de la ventana, los tres niños tenían un paisaje desconocido, inquietante. Estaban al nivel del suelo, como si el edificio se hubiera hundido en la tierra; se asomaron con mucho temor, todo lo conocido había desaparecido: edificios, avenidas, cerros; hasta el cielo había cambiado y el único sonido era el del viento. El cielo era azul pálido, sin nubes; la tierra cercana se veía plana, cubierta de verde hierba; había la luminosidad de un atardecer y azulosas montañas a lo lejos. Susana acercó una silla y con precaución salió de la habitación; el nivel del suelo exterior estaba casi al mismo de la ventana. En voz baja dijo:
-Pablo, Tomás, no salgan. Espérenme, voy a ver dónde estamos.
Avanzó, pegada a la pared, y se dispuso a rodear la construcción; un rato después regresó, dijo a punto de llorar:
-Estamos medio enterrados en el suelo de alguna parte.
La joven le había dado la vuelta a la caja donde estaban encerrados, no había puerta, la única abertura en la pared exterior era la ventana por donde ella había salido. La superficie externa de la habitación lucía como barro amasado, similar a esas viejas casas en las antiguas carreteras del país.
Susana siguió explicando, desde fuera de la ventana:
-Estamos en la parte superior de alguna cosa muy alta; alrededor hay muchos cerros, montañas y ríos; no veo casas o edificios, debemos estar muy alto por encima de una gran selva.
Susana entró por la ventana, con el corazón acelerado, miró a todos lados y dijo:
-Encendamos la luz, está oscuro aquí dentro.
Cuando las luces de la habitación encendieron, algo opacas, Susana, buena estudiante de materias científicas, reaccionó y se preguntó:
-Hay electricidad. ¿Si no hay cables afuera, por dónde llega? Por dentro la habitación parece la misma, desde fuera se ve fabricada con un material extraño. No es la misma construcción donde vivíamos.
Por sorpresa, un sonido les sobresaltó, se abrazaron unos a otros; el retumbar era tan fuerte como los producidos en las modernas salas de teatro. Un cuadro cayó de la pared, un florero se volcó y el agua se derramó sobre un gabinete. Muchos libros rodaron por el suelo. El ruido se repitió, menos estridente, y más cercano a ellos.
Entonces la tierra comenzó a temblar, al recibir el impacto de objetos muy pesados.