martes, 7 de julio de 2009

2.- En la entrada al Multiverso

La botella quedó acostada en el suelo, de pronto el niño sintió crecer todo a su alrededor, y sin saber cómo, se encontró de pie en la entrada del recipiente vacío. Alexander, con sus cuatro años de edad recién cumplidos, quedó deslumbrado, admirando un paisaje asombroso.
La vista se le perdió en un cielo infinito, donde grandes islas voladoras flotaban. No podía distinguir si había un suelo más abajo, porque la niebla todo lo tapaba como una alfombra de algodón. Extraños y fantásticos edificios sobresalían y se elevaban hacia el azul del firmamento. Dos soles, color naranja, proyectaban luz y los rayos luminosos salían por el pico de la botella, acompañados de mucha niebla.
La bruma se disipó frente a él y pudo ver el inicio de una escalera dorada que se sumergía entre los copos algodonosos.
— ¡Qué bonito!, voy a ver que hay debajo de las nubes—dijo Alexander, y dio un paso hacia los escalones amarillos.
¡Espera Alexander!—dijo una voz desde lo alto.
Cuando el niño levantó la mirada, quedó sorprendido por lo que apareció en el cielo.

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